Bastante peculiar fue el inicio del 2005. Para empezar, nos juntamos todos el 31 de diciembre del 2004 en la casa de mi hermana Xi. Eso ya fue raro, porque en su casa todo pasando...y nuestros anteriores Años Nuevos fueron bastante aburridos y poco movidos. Recuerdos del pasado, aviso: odio que me obliguen a comerme la uva, darme la vuelta con la maleta y hacer toda clase de rituales supersticiosos de Año Nuevo.
El Poroto nos presentó a Miranda! Bastante graciosos los encontramos, sobretodo esa canción que decía "yo te diré lo que podemos hacer, amémonos a escondidas, estemos donde nadie esté", bla bla. Creo que me sentía,en ese momento, identificada con la letra (pero eso es otra historia que algún día redactaré).
Segunda cosa diferente a lo fomísimo de los Años Nuevos anteriores, fue que recibí la invitación para una fiesta en el depto de un amigo. No estuvo mal la cosa, pero quedamos casi de dueños de casa por un buen rato...el dueño se perdió por ahí. El nene tenía sus intereses creados y, para su suerte, le resultó. Pero daba lo mismo, íbamos porque en ese momento éramos The Lonely Heart Club Band (como yo nos he llamado en secreto y sólo mentalmente) y habíamos hecho causa común, tácita, de acompañarnos en los malos tiempos. Eso tiene de bueno la amistad, tratas de que tus amigos no lo pasen mal, de acompañarlos cuando están solos porque cuando tú los necesitastes aparecieron sólo los verdaderos.
No me había dado cuenta que quizás era una señal del más allá acerca de que el 2005 sería mi año "peculiar".
Tercero: vacaciones. Enero 2005. Lugar: Maceió, Brasil. Buena y grata compañía. Resultó para mí toda una revelación juntar a la Peke Foo con mi amiga Lorena. La mezcla entre las tres salió buena. Nadie se enojó, nadie se peleó, fuimos a todas partes, nadie me despertó con ronquidos, nadie hizo show (me incluyo)...Bonitas fotos, bonito paisaje (ñami).

Cuarto: mi cumpleaños (febrero)Decidí celebrar por primera vez con mis amigos. Resultado: muchos y bonitos regalos y media docena de personas que se me olvidó llamar para invitar, que cuando se enteraron de que había hecho algo, supongo que me descueraron a pelambres. Tuve que aperrar no más y decir que se me habían olvidado. Ups!
Quinto: otoño muerto. Cuando dije un día de Mayo que me estaba muriendo de aburrimiento y que éste estaba siendo el año más fome de mi vida, agarré el cuerpo A de El Mercurio de un día domingo y leí que existía una cosa que se llamaba blog y que Villouta tenía y escribía uno. Con el diario en la mano, apoyado sobre el teclado, me metí a husmear y me encontré con todo un mundillo paralelo que me sacó del letargo que me estaba a punto de vencer en esos momentos. Al día siguiente ya no tenía motivos para aburrirme.
Sexto: invierno intenso. Entre el frío extremo de mi oficina en el San Borja, las sopaipillas de mi mamá y el celular caído al water, empezamos. La lluvia, los trabajos del metro que no me dejaban dormir mi ansiada siesta diaria, la subida del canal San Carlos llegó la noticia de que los pasajes serían a Santa Cruz, Bolivia. Mezcla de malas noticias, reencuentros e incertidumbre.

Séptimo: septiembre redención. Y nos fuimos a Bolivia y nos juntamos de nuevo parte del grupo de Japón. Puras buenas noticias y muchísimos recuerdos.

Octavo: matando miedos o la competencia de natación. Me atreví por fin a competir y me gané dos medallas. Me vuelvo a demostrar a mí misma que puedo hacer más de lo que creo. Nota para mí: ¿por qué siempre me tengo que tirar para abajo?, ¿por qué no me doy cuenta antes de que soy mejor de lo que creo?. Estamos trabajando para usted.

Noveno: Pearl Jam. Nada más que decir, cumplidos con creces mis deseos de cumpleaños anteriores que era ver a Lenny Kravitz , como parte de una fantasía. Bonus track: pude ver a Eddie Vedder y mejor que eso, escucharlo en vivo.
Décimo: caer en este mundo paralelo y disfrutarlo. ¡Qué suerte la mía!