El otro día me invitaron a un cumpleaños de un amigo de los tiempos de antaño, de esos amigos con los que viajas a otros paises, te vas de camping a lejanas y solitarias playas, conoces a su madre, a sus primos y a sus amigos del barrio. De esos amigos que conoces por ser un actor secundario, de esos amigos que vienen agregados al pololo(a) pero que se convierten en algo importante.

Claro, la amistad sufre los estragos de las separaciones. En este caso, yo fui la damnificada por un tiempo pero siempre estuvo de alguna manera cerca, vigilándome. Viendo que mi vida se volviera a encaminar y también ayudándome con el papeleo de postulaciones varias a estudios en el extranjero. La verdad es que nunca me dejó del todo botada, sino que me alejaba estratégicamente de lugares o momentos que para mí pudieran haber sido dolorosos. Me refiero a su matrimonio, por ejempo (no me invitó pero afortunadamente ese fin de semana me iba del país por tres meses, así es que tampoco habría ido) o cumpleaños. Igual me picaba que hiciera eso, sabía que en el fondo no me prefería a mí.

Ha pasado mucho tiempo y el año pasado recibí un curioso saludo de cumpleaños de su parte, que me extraño muchísimo porque no me había saludado los pasados 6 cumpleaños. Algo raro me olía eso...obvio, se había separado de la mujer y ya no era amigo de mi ex.

Las circunstancias no las supe, tal vez las sepa algún día. La cosa es que nos volvimos a juntar para su cumpleaños y volví a ver a los de antaño. Al grupo que alguna vez compartió las madrugadas trasnochadas de los tiempos universitarios, donde éramos bastante más inocentes y cínicos también.

No sé a donde lleve todo esto, pero fue raro  y a la vez divertido. Me dio gusto verlos nuevamente...faltaban unos pocos eso sí. Curioso ¿o no?