Hace dos años el gobierno japonés me dio la oportunidad de vivir casi tres meses en Tokyo. Fui a hacer un curso de perfeccionamiento junto con otros colegas latinoamericanos y allí nos encontramos con gente de todo el tercer mundo haciendo lo mismo, pero en distintas áreas del conocimiento.Anoche por esas casualidades de la vida llegué temprano a mi casa, tipo 9 de la noche. Instaladísima leyendo blogs y mails me encontré con que el Chere me preguntaba mi msn. Así se inició la sesión, tranquilamente, con las presentaciones correspondientes. De a poco, la sesión se fue agrandando y terminamos en amena charla: Chere, Pamela, Mili, Sita Lee, Serginho, Ambar y Pato Larraín quien nunca contestó. Alguien amenazó con la maratón del msn, pero no aguantamos tanto.
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En Tokyo, cuando volvíamos todos de las clases en la Universidad (Tokyo Medical and Dental University) nos separábamos en la entrada del edificio donde vivíamos para hacer lo que cada uno estimaba conveniente y a las 7 y media de la tarde, yo recibía el telefonazo de mi amigo argentino Fabio para ir a trotar a la plaza de al lado. A veces esto era reemplazado por la invitación de Rafa de Costa Rica para ir a tomar el más exquisito café de grano que he probado. Todo esto se hacía en la pieza del Rafa, donde llegábamos todos los latinos que se encontraban, más los amigos occidentales que íbamos haciendo con el correr de los días.
Los cafés se convirtieron rápidamente en tertulias hasta con fiesta incluida. La conversación era diversa y a ratos bilingüe. Mucha risa, mucha cerveza, mucho pisco chileno y peruano, mucho ron, mucha buena onda. A veces pasábamos a conversar temas privados y tristes y todos tenían alguna palabra de apoyo o la talla para que te rieras en vez de llorar. He dicho muchas veces que una semana más en Japón y volvía fumando.
Anoche reviví lo mismo que había tenido en Tokyo. La diferencia es que fue completamente on line: nuestra conversación eso sí fue una lluvia de ideas. Me reí mucho y comprendí que lo que decía Clementina de México era muy cierto acerca de que nosotros somos los que ponemos las distancias. On line o en vivo, depende del entusiasmo y de las ganas por acercarse a la gente.
Hoy en la mañana, no les explico las ojeras que tenía. Decidí enterrar los ojos en el microscopio y acordarme de que las noches niponas no están tan lejos, están aquí mismo: sólo tengo que poner CONECTAR.
Saludos!!!!