Corrían esos años locos (no los 1920 por si acaso), imagina que hay dos personas, una de esas yo que escucha un monólogo acerca de "lo que debería hacer o no hacer", "decir o callar", "mirar o no mirar"... lo miro, pongo cara de concentrada y no digo nada. Ahora me gustaría poder decirle que se callara de una vez por todas. Uno es tan mensa a veces, yo me encandilé por estar con alguien a medio estar que, según yo, era demasiado para mí.
Mentira, si se supone que somos todos iguales...pero sucedía igual que en las películas gringas: el chico guapo y popular se fijaba en ti (en mí en realidad), sepa Dios por qué y más encima se paseaba contigo por toda la U. Ahora me río, que han pasado muchos años, porque resulta que el tipo era un pobre idiota, como muchos otros que conocemos, pero yo me sentía como si el mismísimo Zeus me hubiese agarrado una mano (y muchas otras cosas).
Reconozco que fui un maldito renacuajo descerebrado, como si un hechizo me hubiera anulado. Yo siempre esperé más de esa pseudo-relación que creamos, porque no era una amistad rara, medio viciada, era una simbiosis y a veces un parasitismo de ambas partes. Iba mutando lentamente aunque tenía momentos de lucidez que duraban un par de días y volvía a ser esclava, porque yo lo quería, de sus caprichos de cabro chico con las trenzas sueltas. Yo deseaba bien en el fondo librarme de sus garras, pero unas palabras, un guiño o un agarrón de manos y caída rendida ("yes, master").
Pero fue parte de mi crecimiento, de mi mundo de aquel entonces...fue un verano eterno comiendo helados, sin grandes contratiempos, deambulando por la ciudad en esos tiempos sin transantiago... porque igual me gustaba la cuestioncita: tener panoramas armados con gente “de moda”, “popular”, “del jet set” como decía un amigo y salir de farra. En otras palabras ser bakán después de haber sido una nerd toda la vida. Obvio que nunca fue nada serio, en realidad fue nada (yo en mi interior lo sabía pero quería creer que mañana podía ser diferente) y estaba dispuesta a estirar el elástico hasta que se cortara.
Mágicamente y esto es completamente cierto, sentí que me había caído una piedra en la cabeza y desperté con cero ganas de nada, ni siquiera esos cruces casuales de camino que teníamos y desarrollé tremenda aversión por el personaje...algo así como un reseteo.
Es así como nos fuimos distanciando y aquellos dos veranos ociosos y acalorados se convirtieron sólo en recuerdo que tengo ya medio borrado. Ya ni me acuerdo de todos los cumpleaños que fui donde apenas conocía al cumpleañero o cumpleañera, paseos a cualquier parte, ratos tirados en el pasto mirando el cielo, más de algún round verbal en la calle…
Este año un día de otoño, de esos con harto sol y calor, miré para el lado y lo vi entre la multitud...quedé tan para adentro que ni siquiera dije nada a nadie. Simplemente miré para el escenario y poco a poco la gente llenó el espacio que quedaba entre nosotros y lo perdí de vista...pero en lo profundo de mi ser, me gustaría escuchar nuevamente sus palabras vacías y narcisistas y dar media vuelta y dejarlo ahí botado, hablando solo…menos mal que me despabilé a tiempo.
Etiquetas: relato