El Yoyogi Park
21 diciembre, 2005
Ahora que hace calor me estaba acordando del calor maldito que hacía en Tokyo cuando llegué. Pleno verano, temperaturas superiores a 35 grados con más del 60% de humedad.
Cuando estás deseoso de conocer una ciudad nueva y tan diferente a Santiago, el calor puede ser un gran enemigo. Y el peinado también jajajaja.




Estábamos en estas reflexiones cuando a alguien se le ocurre que por qué no íbamos a conocer el Yoyogi Park. El día domingo es famoso porque se ponen los chicos y chicas en la entrada a mostrar sus disfraces. Pero ojo, son tan cooles ellos que hacen toda una personificación. Nada de estar allí parados como estatuas, no. Ellos interactúan con otros chicos y ponen toda clase de caras y hacen toda clase de poses para que los fotografíes. Ojo que se indignan si no los quieres fotografiar y algunos dan miedo!!.




Los disfraces no son hechos a manito por la tía buena para coser ni nada de eso. Los compran en las tiendas de por ahí. Ví el abrigo de Neo (Matrix) colgado en una tienda muy parecida a las tiendas de Patronato y costaba nada menos que 350 dólares. Uf! así nadie puede. Y pensar que mi mamá me convencía cuando chica para que me disfrazara de pieza de dominó con un par de cartones amarrados. Yo alguna vez quiero disfrazarme así.


Al entrar al parque, te encontrabas con los dobles de Elvis. Graciosísimo ver a estos tipos doblando y bailando canciones de Elvis Presley pero con ojitos rasgados y para ser franca, un poco-harto tiesos y faltos de sex appeal.




Al lado, decenas de grupos cantando distintos estilos. Todos super bien organizados, con amplificación excelente y con un público cautivo. Aquí un grupo de chicas vestidas como niñas o como muñecas, no lo sé, que cantaban canciones medio punks, obviamente en japonés. La foto me quedó borrosa porque las tipas no pararon nunca de saltar mientras tocaban.


Para finalizar nuestro recorrido, el merecido descanso. Sobretodo después de la fiesta de la noche anterior y del maldito calor que nos consumía. Llevábamos pic nic con los super sandwiches comprados en el Family Mart o en el Seven Eleven (el mismo al que le canta Bono en esa canción de la película Tan lejos, tan cerca), con una manta tipo campestre, tirados en el pasto, conversando de la vida, de la inflotabilidad del corcho y de "como estaban trabajando los demás en nuestros respectivos países". La siesta hubiera sido excelente si no hubiese sido por los estúpidos cuervos que pueblan la ciudad en verano, como los perros callejeros aquí en Chile. Ven, ningún lugar es perfecto...pero puta que lo pasé bien!!


divagaciones de eat-desserts a las 10:15 p. m. |

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