No había nada que me apurara así es que la espera en el estacionamiento fue liviana por decirlo de alguna manera.
Había tanta gente que no quedaban carros en la entrada, pero no me importó porque iba a comprar 4 cosas solamente.
Me di un par de vueltas mientras recolectaba mis compras y vi que las cajas estaban repletas, con filas que llegaban hasta la mitad del último pasillo.
Me acerqué a una de las filas de cajas express y amablemente un caballero me ofreció la parte de arriba del carro para que dejara las latas de bebidas que me pesaban y el pan que se me estaba desarmando. Esperé, bueno esperó todo el mundo y noté que nadie tenía mala cara, reclamaba, gritaba ni nada.
Los señores que estaban en mi misma fila dijeron lo mismo que yo estaba pensando. Hasta bromearon con que alguien pagaría con cheque y rieron ("no tire malas vibras, por favor")...el señor que me ofreció el carro pagó con cheque, pero nadie se enojó y el trámite fue rápido.
Salí de ahí con la sensación de que la gente era piola, civilizada y casi buena onda.
¡Qué distinta es la experiencia cuando es un día laboral!
Parece que el trabajo y la rutina nos hace infelices, tanto que nos empeñamos en aguarle la fiesta hasta al que está al lado.
pd: la foto obviamente es una idea, ja!
Etiquetas: nota mental
Saludos sangrientos
Blood
PS: si de puro leer "jumbo bilbao" se me hinchó el colon...