Estaba preocupada pensando que tal vez no habría gas para bañarse y me quedé mucho rato pensando en qué hacer. Obviamente la ducha de la mañana tiene para mí varias funciones aparte del aseo propiamente tal. Una de ellas es despertarme algo, aunque no lo logro del todo, debo admitirlo. También tengo toda una rutina sagrada de limpieza e hidratación de la cara y del cuerpo, que además me sirve de inspiración de pensamientos a veces inútiles. Luego de la ducha viene el ritual del encremamiento del cuerpo. La cosa es que sin ducha con agua caliente es muy asqueroso echarse crema y perfumarse, lo encuentro como fuchis.
Ni muerta me ducho a las 6:20 con agua helada. Primero, que está muy helada y segundo, que no soy masoquista. Podría despertar pero quedaría demasiado contracturada como para empezar el día.
Lavarse por partes me parece que no es lo mismo por mucho entusiasmo que se le ponga a esta labor.
Salgo a la pieza a terminar de vestirme y veo que parece que el gas ya viene viajando desde Argentina, pero todavía sigo pensando en que tal vez usar el pelo tomado y con gorro y un buen perfume van a empezar a convertirse en una alternativa de vida.
¡PUAJ!
Etiquetas: gas, nota mental
Yo soy media masoca, me he bañado con agua helada en situaciones extremas, pero igual lo odio... nada como una duchita tibia para comenzar el día!
Aunque en invierno me da frío encremarme, lo hago sólo los fines de semana cuando me levanto más tarde y hace más calorcito ...
De repente y con esto de la escasez de gas, tenemos q empezar a vivir "a la francesa" je!
Un abrazo!
Carola