"Remember, remember the Fifth of November..."

Bueno, nada que ver las líneas de arriba que eran parte de V de Vendetta. Bueno, sí tienen que ver (la parte del "remember").

Eso es lo bueno de guardar las fotos y verlas de vez en cuando. Cuando yo estoy algo cansada, como ahora, es entretenido y reconfortante recordar cómo te sentiste en alguna ocasión. Hoy revisamos las fotos de la playa, pero llegando a la casa el otro día, recordé aquellas termas.

Esta foto es de las termas de Puritama, cerca de San Pedro de Atacama (marzo 2004). Cuando te dicen que no te quedes más de 1 hora en el agua caliente, debes hacer caso. Yo estuve más de tres horas disfrutando del agua tibia, del sonido, del sol y del paisaje majestuoso en forma ininterrumpida. Al salir, ni siquiera podía mover los músculos de la lengua. Creo que nunca estuve más relajada como aquella vez. Casi me tuvieron que llevar en brazos de vuelta a Calama.

Si alguien tiene la oportunidad de ir para la zona de San Pedro de Atacama, esto es imperdible.

Nota: este es un post publicado de manera casi clandestina, en un momento en que están los maestros cableando todo y que mi notebook se ha taimado y no quiere nada con blogger...

Así bautizaron mi hermana y su amiga, la Pazi (mi partner en las fotos) al juego de las paletas en la playa, en este caso Reñaca.
Cuando era más chica me daba vergüenza hacer el ridículo en la playa, tratando de achuntarle a alguna pelota.
Pues bien, ordenando mis fotos, he seleccionado el testimonio del juego del "sorry".

Aquí empezando a precalentar. Observen a Pazi ultra concentrada mientras recibo su tiro matador.


Aquí la pelota se fue quizás adonde.


Yo creo que esta fue una de las pocas jugadas fluidas.



Acá ya nos aburrimos de tanto decir "sorry", "ups, no la quería tirar tan lejos", "yo voy a buscarla..."


Pero si alguien me quiere invitar a jugar paletas a la playa, igual le pongo empeño e insisto, no me da vergüenza...(pasando el aviso)

La espesa bruma que se asoma entre los edificios y tapa parte del paisaje,
el calor que todavía permanece entre nosotros y se niega a abandonarnos,
esa lánguida tarde que nos aplasta y el viento helado que se asoma a la hora de la sombra,
esa falta de nitidez que nos acompaña,
estos días cortos,
estos árboles amarillos.

La corriente de aire me lleva a pensar en el brillo de las calles que tal vez exista en otro lado.
La vida glamorosa que me gusta mirar desde afuera, con sus deslumbrantes vitrinas, como en Ginza tal vez me esperarán de nuevo.

El viento frío me pelaba la nariz, el suelo de colores y el olor a no sé qué nos hacían continuar nuestro largo y enmarañado camino.
Leía el mapa al revés para variar, pero no importaba porque perderse en esas callejas era casi afortunado.
No bebí del agua de la fuente, ésa que dice que si la bebes volverás.

Las ganas de escapar por un instante, me harán arreglármelas para volver adonde el sol se esconde por el otro lado o donde la multitud que camina y habla casi en dialecto.

Nada cambio por esta sensación, ésa de caer lejos y por unos días ser un visitante en un mundo extraño, distinto y misterioso.

A propósito de andar por la vida poniéndose en el lugar de los otros seres humanos, me tocaba realizarme mi examen médico para poder seguir practicando natación y literalmente, no morir en el intento.

Fue muy cómico hacerse pasar por paciente unos fugaces instantes. El médico era más joven que yo y no pude evitar decir respuestas automáticas. Me saludó de mano, me hizo un par de preguntas "tipo" y cuando me dió risa, le tuve que decir que era médico también (esa fue la pregunta del consumo de alcohol. Nadie puede preguntar "¿alcohol?"). Ahí se relajó y comenzamos a parlotear de nuestras respectivas universidades y ex compañeros de curso. Al final, me salvé del electrocardiograma... el doctor era cardiólogo y tenía que descartar todo tipo de pifias que pudiera tener (no quieren cuerpos sin vida flotando en la piscina, sería de muy mal gusto). Así como los autos y sus revisiones técnicas, fui "aprobada" por el colega y me dio el "pase".

Ahora venía la peor parte, de la que fui advertida: el kinesiólogo. Nadie sale bien parado de esta evaluación. Como que te dicen: flaco o flaca-patas chuecas o flaca-fofa, gordo o gorda, etc...

• Resultado:hiperlaxa, hiperlordótica, dorso curvo, pies planos. En otras palabras: jorobada-chiclosa-patas chuecas. Podría haber sido peor, no me dijeron nada que no supiera, en todo caso.

• Reflexión: yo pensé que el kinesiólogo me iba a felicitar por haber nadado durante tantos años. En vez de eso recibí una sarcástica "invitación" a asistir al gimnasio a hacer ejercicios para la espalda. Parece que nunca nada es suficiente.

Me subí al ascensor después de caminar mucho rato por Providencia, después del trabajo. Escuché una voz que decía que la esperara y así lo hice. Era la mujer que siempre saca a pasear a una bonita Labradora color chocolate todas las mañanas, como a las 7:15, cuando yo salgo.

- Hola, dije.
- Hola, ¿cómo estás?.
- Muy cansada, fue una semana dura.
- Mmm. ¿En qué trabajas?, me preguntó.
- Soy médico, patólogo...veo biopsias (para aclararle más el asunto).
- ¡Ah!...¡eres de las que nos tiene el alma en un hilo cuando te dicen que te van a hacer una biopsia!.
-...mmm
- aquí me bajo, chao.
- ...


Bueno, ahora estoy del otro lado de la vereda.