
Venían los cambios drásticos: de estar viendo tele casi 13 horas diarias, de levantarse tarde y no hacer mucho a volver al colegio. Yo siempre fui
un poco urgida así es que cambiaba el switch inmediatamente. El día domingo ya sufría, ponerme el jumper, la blusa y las calcetas con el calor de verano que siempre queda. Imaginarme que me iba a sentar al lado de quizás quién, me daba dolor de guata. Pero nunca pasaba mucho,
la segunda semana ya estaba resignada y completamente lista. Ya se habrán dado cuenta, en el colegio yo competía contra mí misma. No me importaba el resto académicamente hablando, sólo que a mí me estuviera yendo más que bien.
Durante marzo del 85, después del terremoto (que fue el último día de las vacaciones oficiales) nos alargaron las vacaciones de verano por tres semanas. Era como el deseo de Bart Simpson de que cerraran el colegio por nevazón. Parte de la ciudad se vino abajo, parte de mi colegio se cayó, era trágico en el fondo pero nosotros sólo sonreíamos porque se el milagro se había cumplido,¿lo imaginan? (esto para los que ni siquieran estaban en el colegio en esos años...la Peke ni siquiera había nacido).

***************
Ahora ya cambiaba de escenario, no sospechaba que al día siguiente en la matrícula, en la casa central de la U, iban a mechonear. Me acompañó mi papá porque yo con suerte sabía donde quedaba la Alameda. Por supuesto que cuando vió todo el desastre que había en la fila, que estaba en la calle, huyó al instante. No me pasó nada, me escabullí (yo creo que no sospecharon que era mechona, deben haber pensado que era la hermana chica de alguien).
Para mi mala suerte, se me ocurrió ir a la Escuela el día antes del primer día de clases, en la tarde, nuevamente con mi papá. No sabía que había un
grupito que le rendía culto al taca-taca y se quedaban allí por horas. Nos vieron y me identificaron. Fui vilmente mechoneada (hasta me vine a mi casa, o sea atravesé medio Santiago, hedionda, rayada, sucia y más encima con un embrión de pollo enredado en el pelo, puaj!). Leí este viernes en la página de la Escuela,
"bienvenida a mechones sin violencia, plantarán un árbol". Pobrecitos los mechones, ya no tendrán estas deliciosas historias que contarles a sus amigos o familiares, sobretodo
a la hora de la comida. Esto es como el Milo: "te hace grande", sin duda.
***************

Tenía un grupo de amigos los primeros años en la U. Habíamos pasado un excelente verano, fuimos a la piscina, organizábamos paseos a Fantasilandia,
pero llegó marzo y hubo un quiebre. Pero fue de a poco, no pasó nada específico, cada uno siguió otra ruta y nunca volvimos a juntarnos todos. Yo siempre
culpé a "marzo". Volvimos a la realidad, cada uno volvió a sus obligaciones diarias, a estudiar, a relacionarse con su gente, a sus problemas. Éramos chicos y nuestra amistad, ahora que lo pienso, nunca fue más que salir todos juntos en micro recorriendo Santiago y comiendo muchos helados en el Bravissimo. No puedo recordar exactamente a todo el grupo, no puedo hacer que se junten todos en una sola foto en mi mente y eso es porque desfiló harta gente por aquí. Lo cierto es que igual guardo gratos recuerdos de aquellos tiempos locos.
Marzo siempre fue culpado por mis cambios de humor, por mi tristeza y por la nostalgia de tiempos mejores. Siempre fue un período de ajustes a cosas nuevas.
Una vez que me salí de este ciclo que va de marzo a diciembre, nunca más lo culpé de esto. Los siguiente años me fui de vacaciones en marzo: Florianópolis, Salvador de Bahía, Valencia, San Pedro de Atacama, La Paz. Huía de marzo y de la ciudad que se llena de idiotas malhumorados. Ahora sólo busco disfrutar de los últimos días del verano, del horario con harta luz y de las últimas actividades al aire libre...Por suerte, ahora no tengo de qué culpar a Marzo.
La foto del post de abajo fue cambiada anoche...Nótese el autógrafo es del mismísimo Alex Kapranos. Mérito de El Hincha (gracias!).