
La Cona, sobrenombre para cuando anda en su fase agria, es mi hermana menor. Por esas cosas de la vida no alcanzó a visitar nuestro mundo el día del terremoto, lo hizo dos meses después.
Yo me estaba graduando del colegio y ella estaba entrando, o sea mis padres tendrían muchos años más con tareas escolares, berrinches, reuniones de apoderado y esas cosas.
Por esas cosas de la vida y de la diferencia de edad no nos juntábamos mucho. Todo comenzó a suceder cuando me encontré más sola que un dedo en este mundo. Ya la diferencia de edad se notaba bastante menos, yo 28 y ella 16.
La llevé por el mal camino, sí. La introduje en el adictivo mundo del mall, la ropa y los zapatos pero a cambio gané asesoría desinteresada y buen gusto. La chica es toda una artista y tiene aquella sensibilidad para mirar el entorno que yo no tengo.
Me gusta andar vagando con la Peke, por las calles y por la vida. Me renueva el alma y sin querer, me evita envejecer. Puedo ver el mundo a través de sus adolescentes vivencias, puedo resolver mis enigmas a través de sus lógicos pensamientos. Me evita llorar y entristecer. Claro que cuando ella llora, a mí se me parte el alma. Nadie merece estar triste, sobretodo alguien que me banca siempre.
Espero que la vocación no la abandone, aunque a veces parezca que va a caer.
Pero no es nada de debilucha y aunque se vea una frágil y linda niñita, puede llegar a rugirle a un león si quiere hacerlo.
¡Vamos que se puede!. Como dicen por ahí: "no pain, no gain".
Y como dice nuestra madre: si yo tuviera dinero, te compraría...(lo que tú quieras)