
Cuando llegué al colegio aluciné con las sillas porque eran azules, con cubierta de melamina. Nada especial por cierto, pero me quedaban tan cómodas que las aguanté los siguientes diez años.
Bueno, por mi trabajo estoy sentada casi 8 horas diarias y Dios no me dió mucho cojín anatómico que digamos y tampoco soy muy grande, por lo que quedo media incómoda en cualquier silla.
Es así, que aunque el Estado de Chile me debiera proveer una silla ergonómica para trabajar porque así evita que yo me enferme de la espalda y falte a mi trabajo, no hay aquí silla que no sea igualita a la de madera cubierta de melamina que tenía en el colegio. Es así que tengo en uno de mis dos escritorios, una silla con ruedas que me regaló mi mamá para un cumpleaños hace como 12 años. La silla es cómoda pero hace rato que está más plana que puerta y le tengo 2 cojines, primero para que quede más mullida y, segundo para alcanzar bien el microscopio.
En mi otro escritorio (otro lugar de trabajo), por muy top que parece el entorno, nunca tuve una silla 100% cómoda. La primera que tuve era una verdadera mierda, sólo salvaba que tenía ruedas: espalda muy grande, ángulo de 50 grados fácil, dura y fea. Me las rebusqué y encontré una un poco mejor, como de cajero, pero que igual no era del todo cómoda, con espalda que no se movía con uno, sino que te empujaba contra la mesa y era como talla xl para mi cuerpecito talla s.
Dos años de llorar todos los días que la silla era incómoda y que me hacía doler la espalda y después la cabeza...(¿no les ha pasado a veces que se sienten al reclamar algo así como "el voluntario que dé un paso adelante" y todos los demás dan un paso atrás?). La respuesta era cri cri y por cosas de las vida, no me daba la gana comprarme una silla ergonómica con mi propia plata.
El año pasado por fin alguien me escuchó y aproveché de ir a probar unas sillas que llegaron para el pabellón. Eran como taburetes, con ruedas, pero con un pequeño respaldo tipo riñonera. Los potones no cabían en mi silla, así de simple. Fue cómoda un tiempo, pero no sé por qué me quedaban incómodos los codos y brazos...Ya me daba vergüenza reclamar, así es que me las aguanté no más y de vez en cuando me paraba un rato a tratar de recomponerme la espalda. Ahora, pensándolo bien, esa silla me hacía tener una pésima postura al sentarme, quedando media jorobada, con la guata para afuera (súper lindo).
Por esas cosas de la vida y de la economía de libre mercado (bueno no sé si por eso exactamente), hoy llegaron nuevas sillas para los escritorios. Son bastante "design" para un lugar público, pero son muy cómodas, me queda la espalda bien puesta, tengo apoya brazos y es mullida por lo que mi trasero no se aplasta, tiene un pequeño juego de inclinaciones por lo que me puedo mecer, tiene un cojín lumbar y no sé que más hace...sólo que me quedan los pies colgando (es el modelito de la foto...¡genial!).
MORALEJA: NO SE PUEDE TENER TODO EN LA VIDA.
Etiquetas: nota mental, relato