
Santiago es una ciudad con su encanto. Este año hemos tenido la buena suerte de haber recibido a por lo menos tres de nuestros amigos que conocimos en Japón hace tres años.
Improvisando hemos hecho unos paseos por Santiago, para darles una muestra rápida de la ciudad dependiendo de sus tiempos y actividades.

Si suben el domingo en la mañana, se topan con la misa en pleno (por si acaso)
De ahí viajamos al Pueblito de los Dominicos para mirar la artesanía típica en un entorno bastante agradable, con música chilena de fondo y con las tentaciones a la mano: algodones de dulce, manzanas confitadas, paletas tipo Chavo del Ocho, maní confitado, etc. Llegando la hora de almuerzo, un típico pastel de choclo (quedaban en abril) o empanadas.
La tarde con Nanci la hicimos distinta que con Humberto, el brasileño. Con la mexicana nos fuimos a La Moneda porque está abierta al público el día domingo. Primera vez que entraba yo en todo caso. Estuve en el patio de los naranjos. Te revisan a la entrada el bolso por si acaso y saliendo de ahí, al Museo que está ahí mismo, recién inaugurado este año.Esa vez, para su mala suerte había una muestra de México y ella terminó explicándonos hartas cosas.
Un paseo por el centro y visitar el Barrio Lastarria. Me faltaron los helados del Emporio de La Rosa eso sí.Caminar por el Parque Forestal y el Museo de Bellas Artes por fuera. El día domingo es gratis y siempre hay muestras interesantes, más en este tiempo.

Con el brasileño, nos fuimos a Pirque, a la Viña Concha y Toro. El tour guiado por la viña cuesta $6000 e incluye degustación. Uno de los vinos es un Don Melchor, cuya botella cuesta alrededor de $40000 y el otro es un carmenere Casillero del Diablo. Explican el proceso, como catar en forma sencilla el vino e incluye el relato con "defectos" especiales en la mismísima bodega del Casillero del Diablo.

Un paseo por la ciudad no puede terminar sin antes no haberse comido un sandwich de mechada con tomate en marraqueta crujiente del Liguria de Manuel Montt. El sábado tuvimos la ocurrencia de ir temprano, antes de las 8 y encontrar poca gente para poder brindar con las últimas botellas de cerveza, tal como se hacía hace tres años. ¡Campai!
Etiquetas: relato
De todos modos, no hay como una buena caminata por aquellos lugares que vemos siempre, pero que jamás observamos a cabalidad.
Cúidate mucho.
Cariños y abrazos.