
Apenas me contó el tío de Juan Pablo,Raúl, que tenía una vitrola funcionando sentí unas inmensas ganas de saber cómo se escuchaba.
Amenazó con llevarla a la fiesta del matrimonio de su sobrino y ahijado y ponerle el vals que ellos le habían prohibido al DJ que tocara (so pena de no pagarle ni un peso).
Con tanta cosa ese día, por supuesto que se le olvidó llevar el disco y la vitrola y me quedé con las ganas ese día.Aunque para ser franca en ese momento ni me acordé de la vitrola.
El sábado en la noche recibí la noticia de que nos invitaban a almorzar para despedir a los viajeros que el lunes volvían a sus respectivos países.
Apenas llegué vi el pasado en esa casa desfilar ante mis ojos. Y no es que todo fuera añejo, sino es que guardaban muchos tesoros, sobretodo artísticos (esa es una familia de escultores para ser precisa).
En la sobremesa alguien se acordó de la promesa del vals y él preguntó si queríamos ver la vitrola. Estaba diciendo que todos dijimos que bueno.
Todo en su maleta, incluidos los discos. No tiene bocina como las típicas ni tampoco control del volumen, tiene una aguja diferente a las de los tornamesas, más gruesa. Suena como viene no más.
Increible, estaba en perfecto estado. Raúl puso un disco que tocaba un bolero. Antes de esto: había que darle cuerda a la vitrola, la suficiente para que alcanzara a escucharse toda la canción. Mi amigo se ofreció a hacerlo y parece que era pesada porque terminó rojo y jadeante.
Sonaba de lujo, con ese fondo característico que no sé como describirlo (era como imaginarse a Gardel cantando tal como lo escuchaban las personas en 1920). Raúl parece que se transportó a sus años mozos y nos contaba como bailaban estos ritmos en las fiestas corriendo a darle cuerda a la máquina para que prosiguiera cantando (interrupiendo el baile con la acompañante obviamente)...hasta que se acabó la cuerda y de bonito se transformó a cómico,pero ahí estaba alguien para darle nuevamente cuerda y proseguir la canción y el relato...hasta que se pegó en una frase una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez.
De vuelta a mi mundo: ¡y yo que me quejo cuando se le acaba la batería al Ipod!. Moraleja: no todo tiempo pasado fue mejor, sólo diferente.