El experimento:segunda parte y final.

A fines de junio publiqué un post llamado el
experimento que trataba de mi segundo curso de francés.
Debo decir que yo venía muy embalada del primer curso que fue un intensivo que juntaba los dos primeros niveles del "debutante" (alguien me dijo que parecía curso de vedette, el nombre). Había aprendido mucho para no saber decir ni hola en francés y las dos profesoras que tuve eran muy entretenidas y mantenían atentos a los 11 alumnos que éramos a pesar de que eran 3 horas de clases, dos veces por semana (después del trabajo o los estudios según correspondiera).
Les comunico que mi desencanto con este curso no fue inmediato. Echaba de menos a mis otros compañeros pero pensé que podría arreglarse éso si le daba una oportunidad a los nuevos... error.
Parece que todos fuimos víctimas del desencanto y la culpa de todo la tuvo el profesor.
Yo creo que el profesor no era profesor, para empezar. Su único plus era ser nacido y criado en Francia pero con pocas técnicas docentes.
Empezamos con la sala llena, de hecho una compañera del otro curso no alcanzó a inscribirse y tuvo que tomar un cupo en la clase de al lado. Poco a poco fueron desapareciendo personas: el brasileño que les conté que lo encontraba regio, duró 3 clases y a la segunda clase ya no lo encontraba regio sino que normal (además era el marido de la brasileña que era "seca" para el idioma).
Al pelado de la trencita, le empezó a crecer el pelo y faltaba clase por medio. Nos contó que se iba a Francia luego y que suponía que no necesitaría el idioma. No hablaba mucho y había olvidado todo de los dos primeros cursos porque lo había hecho el año pasado.
La niña sobremaquillada, no se maquilló más y captó al tiro que el profesor era un latero y flojo. Le daba lata la clase y no lo disimulaba. Lamentablemente tuvo un accidente en moto y estuvo fuera 2 semanas (afortunadamente no tuvo lesiones graves y eso que iba ¡sin casco!).
La que yo llamé "loca" no lo era. Era una chica trabajadora como todo el mundo, parvularia que tiene sí o sí que aprender francés. Se ganó una beca para ir a estudiar durante 8 meses a Francia pero para su mala suerte, su apellido es francés y el Instituto le negó el pase a irse porque le dijo que "era una vergüenza que con
ese apellido, no hablara mejor". Pobre chica, le dimos el número de teléfono de la segunda profesora que tuvimos, que era capaz de enseñarle a cualquiera a hablar francés. Ojalá que lo logre, tiene hasta diciembre para acreditar nivel intermedio.
La española era simpática, faltaba poco a clases y hacía sus tareas. Tampoco podía disimular su desencanto con el profesor apático.
La madre y la hija eran un fastidio. La hija sobretodo porque hablaba hasta por los codos pero en español y el profe ni siquiera la corregía ya a partir de la tercera semana de clases (como que se había resignado).
Y así fui cayendo en un espiral de insatisfacción personal que se fue acrecentando cuando empecé a ver que se avanzaba poco por clases, que el profe era incapaz de levantarse de la mesa para escribir en la pizarra y que simplemente me respondía cualquier cosa, cuando le preguntaba algo.
Llegué a pensar que era yo pero un día le pregunté POR MESSENGER, una duda a un amigo francés y ¡me la explicó perfectamente!. Era muy simple la respuesta pero el profe no había sido capaz de poner algo de esfuerzo en explicar.
Lo que más me molestaba era que no se paraba a escribir en la pizarra y tampoco se molestaba en hacernos leer en voz alta y corregirnos la pronunciación, como sí hacían las dos profesoras anteriores. Creo que con suerte ocupé 5 hojas de mi cuaderno.
Así, la semana pasada decidí no ir más a clases...restando 5 clases para el final. Trataré de abuenarme nuevamente con el idioma pero no sé si vuelva. Boté mi plata y eso que el curso no era barato, pero ya no era capaz de soportarlo...
Etiquetas: francés, relato