Etiquetas: relato
Etiquetas: nota mental
Apoyada en el pasamanos de la escalera de madera, abrí bien grandes los ojos, con cara de sorpresa. Un abrazo amistoso y cordial, me dio.
Alguien quería pasar, había ruido y movimiento. Como que uno escucha música de una banda sonora, un pestañeo y vuelve el ruido y el movimiento.
Adiós o hasta pronto.
Salí, sonreí y avancé. Al saltar desde la vereda, caí con sólo un pie dentro de una poza que sólo cubría ese pedazo de calle.
Es extraño cuando nos encontramos por ahí con gente que se quiere evitar. Me he visto huyendo a través del supermercado, por ejemplo: el otro día iba embalada entrando con el carro cuando divisé a aquel pelmazo justo entrando también. Me metí por el pasillo paralelo para poder verlo desde el fondo y espiar su avance sin que me notara (algo así como detrás de los filodrendros de la sección jardinería). Pensaba desesperadamente en un plan B por si nos topábamos pero no se me ocurría. No quería comenzar a hacer en ese momento un resumen de mi-vida-para-gente-que-no-es-mi-amiga de mis últimos 1500 años ni quería tampoco entablar una conversación similar de mi parte (¿qué has hecho?, ¡qué bien!, ¿tu familia?). Nótese que no siempre me pasa, es sólo cuando veo a pelmazos o pelmazas. Hace como 3 semanas me encontré en una tienda con una compañera de la U que no veía hacía muchos años pero fue todo un agrado conversar con ella, incluso como que nos vimos desde lejos y nos apuramos para saludarnos…
Me encontré una vez con una chica que fue mi amiga de la infancia: de esas buenas amigas, con la que organizábamos quedabas a dormir en su casa o en la nuestra, veraneábamos juntas con las familias, no nos separábamos en todo el verano (incluso su hermana era compañera mía del colegio). Nuestro encuentro fue tieso, sin emoción, fome, vacío, sonso. Me dio rabia porque tratábamos las dos de ponerle empeño pero ya no teníamos tema de conversación y eso que no fue en la calle, fue en una casa donde se supone hay menos presiones y menos apuro.
Andaba por ahí con alguien, en un meeting por así decirlo y nos encontramos con una pareja de edad media de la vida. Me presenta a estas personas, me introducen en la conversación e incluso nos sentamos en la misma mesa para el almuerzo. Yo los encontré bastante simpáticos a los dos, bien sociables, me conversaban, todo bien políticamente correcto. Cuando ellos se paran porque se tenían que ir antes que nosotras y se alejan, me dice ella (la que me los presentó) que él era tonto e insoportable y que ella estaba muy “recauchada” de cara. Me quedé atónita porque yo pensé que aquel reencuentro entre ellos tres había sido poco menos que notable (casi momento kodak) y nada que ver.
Bueno y también está el otro tipo de encuentros, de esos en los que apareces justo en el lugar y hora precisos y que hacen que la historia se escriba diferente…aunque sea por un ratito.
Tal vez me anime a relatarles ese encuentro.
Etiquetas: relato