Ellos en mi vida son pocos pero buenos.
Recuerdo como si fuera ayer esas noches cortas haciendo esas muestras de género con mi papá para la clase de técnico manual, porque mi mamá a veces trabajaba en la noche y no daba abasto con la casa, el trabajo y las tareas. Santa paciencia me tenía porque yo siempre he sido un tanto complicada y los generitos sacaron lágrimas mias. No por él, sino por la profesora que me lo rechazó porque no era lo que ella quería. Aquí no recuerdo más detalles, sólo recuerdo que llegué llorando a la casa porque la señora me habia puesto como un 5 (para mí más que una afrenta) y mi papá fue al colegio a alegar. Obvio, si él se había quedado la noche anterior hasta tarde ayudando a recortar telas y buscando información en las enciclopedias y fotocopias que tenía en la casa.
Me pongo en su lugar ahora y realmente no entiendo de adonde sacaba ganas para ayudarnos a veces con las tareas y el estudio. Bueno, no tenía mucha paciencia tampoco, se le acababa rápido. Como las veces que estudiábamos geometría y no sé por qué yo no podía poner la escuadra en posición correcta para marcar el ángulo recto, y un escuadrazo en la cabeza me gané.
Me imagino en su lugar, estudiando en la U, con una cabra chica mañosa como yo. Después con dos niñitas en el colegio, medias peleadoras, gritonas, una media matona, la otra llorona.
Hace como ocho años todo cambió. No creo que para mal. El quiebre y el alejamiento trajeron una renovación total de nuestra relación. Aunque es muy duro que te digan que tienes que entender porque eres grande (yo entendía igual sólo que no predecía que los siguientes 2 años serían muy difíciles). No lo vi en ese tiempo ni hablé con él ni nada. Un día volvió a la casa y me saludó como si me hubiera visto ayer. Comprendí que no había nada que perdonar, nada que recriminar, sólo seguir adelante.
Ayer, pensé que iba a ser como antes, como el escuadrazo aquél: fuimos con
miss Lee a ver los partidos de fútbol a la casa de
Orlando y me robaron el espejo del auto. Y nada, me dijo que tenían un dato con mi hermano y que fuera no más a comprarlo. Nada de insultos, nada de retos, nada de esas cosas desagradables que me hubiera dicho antes, porque la culpa fue mía.
Mi hermano, el
Criko. Otro tipo simpático, es de esas personas que por más embarradas que se manden, no te puedes enojar con ellos. Tenemos hartos años de diferencia y no se sienten. Cuando chico era muy malo, de los que te tiraba la flauta por la cabeza cuando no le salia la canción o te andaba tirando bombas de agua encima. Es una buena compañía. Espero que su deporte tuerca no le cobre ninguna. El año pasado tuvo un terrible accidente y no le pasó nada, pero el dolor de guata y la angustia que tuve cuando vi la foto del auto fue casi incontenible.
Ellos son mis ellos, a veces se han alejado pero vuelven. Ellos han estado ahí para hacerme otro tipo de compañía, para hablar de otras cosas, para reirme un rato, para recordar los Simpsons, para enseñarme algo de mecánica, para leer el diario, para hablar del dólar, para ver tele o simplemente para molestar a mi mamá cuando se pone latera. Igual cuando no están cerca, los echo de menos.
si llegas a la hora lo estacionas en las weas pa visitas y no te roban nada
bueno pero ke lata ke en este pais haya ke andar con cuidado
nos leemos